La muerte es inevitable.
Los seres humanos han desarrollado diferentes mecanismos de defensa mental y de comportamiento para gestionar el terror a la muerte: negación, evasión o cambio de perspectiva.
El concepto de esta obra es oponer y yuxtaponer las nociones de vida y muerte mediante el uso de imágenes de la vida cotidiana, dando a entender que la muerte no es una preocupación directa de las personas, sino que la vida debe ser reconocida como una celebración de los detalles.
Esta obra pretende ofrecer una perspectiva diferente sobre la noción de muerte y también, de vida. A pesar del esfuerzo, nosotros, seres humanos, somos incapaces de comprender la esencia de la muerte. Lo único que podemos hacer es elegir cómo afrontarla.
Me encanta el caos de la existencia. El filósofo Albert Camus cree, como yo, que "Pero al final, uno necesita más coraje para vivir que para morir". Por lo tanto, cada mañana estamos "siendo-hacia-la-muerte", que sólo se puede vivir auténticamente enfrentando y dando sentido a la propia muerte.
Esta obra no pretende dar respuestas, sino sólo despertar diferentes emociones en cada sujeto, y quizás inducir una reflexión personal sobre su vida. Es necesario aprender a morir.
La idea se ilustra a través de 14 imágenes fotografiadas en las calles de Barcelona durante una semana. Para transmitir nuestra incapacidad de entender la muerte, la edición en blanco y negro intensifica aún más el sentimiento de nostalgia del protagonista y el contraste entre pasado, presente y futuro.
Además, el libro contiene una colección de imágenes sobre la vida cotidiana: pequeñas cosas, cosas mundanas, detalles, algo que se puede reconocer y entender. Incluye una colección de pensamientos escritos a mano que se me ocurrieron durante todo el proceso de creación.
Todos somos laberintos. Las conexiones que establecemos con la sociedad, sean personas y/o lugares, son capaces de re-significar nuestra "realidad" diariamente, si se lo permitimos. En otras palabras, les digo de qué se trata, de la vulnerabilidad.
